Después de 10 años de gobierno de Gustavo Barrera, Villa Gesell tiene la opción de confirmar un modelo de gestión que se hizo fuerte por las dádivas y el clientelismo con una buena dosis de obra pública básica y en muchos casos superficial, pero también que profundizó un quiebre en la relación con una parte de la ciudadanía que se maneja con libertad, promueve el ejercicio de los derechos y se impone cuando considera que no está siendo representado por el Estado que debería atender las necesidades de toda la población. En esta elección los geselinos y geselinas encontrarán el más preciado y útil momento de demostrar cuan profunda es la herida que la deficiente atención sanitaria municipal viene manteniendo abierta a través de los años y que ha quedado en evidencia absoluta en el último periodo de Barrera.
La inhumanidad del intendente que busca quedarse cuatro años más en el poder ha quedado demostrada con creces en cada desatención o atención médica negligente en el hospital municipal. Los defectos del mandatario geselino son muchos, pero el poco aprecio y valor de la vida de quienes habitan el distrito es sin dudas su lado más controvertido. Su falta de compromiso con la vida y la inacción para generar cambios prioritarios en el sistema de salud por muchísimo tiempo es su Talón de Aquiles y lejos se ve su interés de garantizar el derecho a la salud de los habitantes.
La salud es la materia que Barrera se llevaría a marzo si fuese un estudiante secundario, porque cada cambio o intento de hacer que se propone en el hospital siempre tiene que ver con una reacción a algún estímulo y no a un plan de prevención y metodología de trabajo, que realmente disponga la mayoría de los recursos humanos y materiales para lograr la mejor forma de sanar a las personas y el bienestar de las familias geselinas.
Una familia que tiene salud, tiene fuerza, tiene ganas, tiene proyectos, puede trabajar sin interrupciones y planificar su vida, ir detrás de su desarrollo personal y superarse. Una familia que tiene salud y trabajo digno y con continuidad ya cuenta con lo más importante para vivir bien y sobre todo sentirse seres humanos dignos.
Cuando la salud falla, cuando la salud es débil y cuando quienes tienen la misión de garantizar las mejores posibilidades para curar no lo hacen porque tienen la atención y el interés puesto en otro lado, la población se va deteriorando y la búsqueda de salud y el transcurrir para acceder a ella, desgasta y lastima, todo lo contrario a lo que debería suceder.
No hay lote con servicio que recupere la vida de alguien que muere desatendido, no hay plaza que pueda dar felicidad a una familia que sufre la pérdida de un hijo porque el sistema de salud falló, no hay asfalto que compita con la necesidad de tener la asistencia en tiempo y forma cuando la salud mental de alguien lo lleva a decidir quitarse la vida.
El «como si» está presente todo el tiempo a la hora de mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas. Fallar en salud y en la contención de los más vulnerables es un error del que no se puede volver atrás y Gustavo Barrera no puede volver atrás todo el olvido y el desamparo que le generó y genera a la comunidad, a la que intenta conformar siguiendo los lineamientos de sus referentes políticos a nivel provincial y nacional.
Barrera se llevó puesto el sistema de salud por el que debe velar, fueron muchas las víctimas y muchos los cómplices. Si, cómplices que pudiendo hacer cosas o generar cambios a partir de sus funciones y roles no lo hicieron, como también quienes viendo y conociendo una triste y desesperante realidad, bajan la cabeza o miran a un costado por temor o para no contradecir al líder y al movimiento. Una enfermedad de la que tampoco se sale fácilmente y que convierte en miserables a quienes se entregan a los métodos de la complacencia y la mentira.
El día a día de los vecinos dejó de ser una prioridad para el intendente que se dedicó a militar para el gobernador y la referente del partido al cual pertenece, como también planificar obras definidas por sus «altos mandos», como levantar ladrillos para disfrazar de utopía un proyecto de un gran hospital que pasó de ser municipal a subzonal y que hace 6 años que vive en un peligroso y cruel letargo, mientras se sigue haciendo «como si» avanzara.
Gesell vota y las urnas hablarán más que nunca sobre esa desidia o desinterés del cuidado de la vida del que tanto se habla y por lo que tanto se implora y genera grandes debates en las redes. Esta «prueba de vida», se define en el mejor lugar que le cabe a la comunidad geselina que es el cuarto oscuro, donde ni el vecino, ni el funcionario, ni la chusma de la esquina o el troll del Facebook perseguirán y castigarán el acto democrático.
Gesell necesita de equidad y justicia para toda la ciudadanía. Todo lo demás, se desprenderá más tarde o más temprano de la calidad de vida que se le asegure a la gente.
Un espíritu enfermo, soberbio e insensible no puede proteger y cuidar. Gesell vota y este domingo se verá si late un corazón en las urnas o un modelo de privilegio para algunos, que está lejos del sentir de la comunidad, prevalecerá por sobre lo más importante que cualquier ser humano debe tener y es SALUD.
Un viejo refrán dice «La salud no tiene precio y quien la arriesga es un necio». Este domingo 22 de octubre se revelará si Gesell se permite correr a un lado a un necio o ya está contagiada de necedad.