Gonzalo Molina cuenta en Por la 3, cómo es desarrollar esta disciplina que emplea a full las habilidades innatas de cada uno y como es superarse propiamente entrando en este mundo de naturaleza y urbanismo en perfecta similitud.
Por Alesio Mizza
¿Quién alguna vez no se ha preguntado quienes son esos locos que andan saltando de edificio en edificio desafiando las leyes de la gravedad sin que nada importe? Lo cierto es que la ignorancia general invade este terreno que lejos esta de ser una disciplina (así debe ser llamado para los que lo practican) de ser algo improvisado y sin ningún fundamento. Gonzalo explica que “el parkour cobra sentido para ser fuerte en durar y ser fuerte para ayudar a los demás”, en referencia a que los ancestros lo realizaban sin saber
que lo hacían.
“Por definición estos movimientos es llegar del punto al punto B con la mayor eficiencia”, expresó Gonzalo acerca de lo que es en forma resumida esta actividad. Y agregó que “se busca no modificar el medio ambiente y que a este nos adaptemos para estar lo mejor entrenado para tal fin”.
Otro aspecto particular y muy importante es el miedo, a lo que aseguró que “este mal usado te va a paralizar; aquí al entrenarlo se lo utiliza para transformarlo en un límite mental, no tanto físico”; y aclaró: “no importa la edad, sea cual sea si se entrena bien uno seguramente va a ir a avanzando sin
problemas. El miedo no se pierde, uno aprende a tener el control del mismo”, factor clave para naturalizarlo exponiendo los límites que cada uno en su ser tiene sin saberlo Por último, aseveró que “si bien hay competencias en el mundo, la hermandad reina en este deporte y te hace sentir muy bien, nadie alienta por nadie”, asegurando que las barreras son propias y no como los deportes tradicionales imponen.
Una experiencia rica, de exposición firme trazando objetivos muy particulares que prueban a fondo las paredes mentales que un ser humano puede poseer, en contacto consciente entre la naturaleza misma y una urbanización que da ese color para transformarla en algo cotidiano, en cualquier momento y en cualquier lugar. Solo depende de nosotros, el parkour intenta liberar esos miedos con una mirada natural, adaptado a la cuidad, el ámbito donde nos movemos con asiduidad.