La escucha selectiva de Barrera no lo va a ayudar a quedarse cuatro años más

Hace 9 años que Gustavo Barrera, intendente de Villa Gesell, gobierna para un grupo reducido de habitantes o por lo menos hace que gobierna para ellos. Pero en ese periodo se pasó de largo cientos de veces cuando diferentes ciudadanos han expuesto su disconformidad con algunos de sus proyectos y decisiones, además de cansarse de pedir participación y ser escuchados a la hora de la inversión y el gasto público, como también de ser tenidos en cuenta al ruego de conservar una calidad de vida que cada vez se daña más. Sin embargo, «con las botas puestas» el mandatario igue sus planes en concordancia más que evidente con los objetivos de la Provincia de Buenos Aires. Es tal desajuste y la desorientación de su gobierno, que junta militantes, algunos «parásitos» y funcionarios leales y adoctrinados para demostrar que le importa lo que puedan aportar en el pequeño espacio partidario donde se celebra que 200 asistentes hayan participado de un «Plenario de la militancia». Barrera no tiene resto y el camino de la distancia, la frialdad y la ceguera que profundizó durante su segundo mandato, no lo puede arreglar una escenografía con un director de tablas como Carlos Bianco, que pone Axel Kicillof, para montar una simulación de jornada democrática. Al intendente faldero del gobernador ya no le cree nadie, ni los suyos, que se suben al escenario armado para que no se caiga la estructura de la que necesitan seguir viviendo.

Por Jorgelina Mena

Pero ojo, el pueblo ya conoce el entre bastidores y el detrás de cuando se baja el telón y eso no se revierte en 4 meses. La poca credibilidad de Gustavo Barrera pasa por sobre cualquier teatralización de la realidad. Si un intendente con 9 años de gestión festeja que 200 personas concurren a su convocatoria para reafirmales que él, Axel y Cristina es la única fórmula con la que podrán mantenerse a flote y seguir ocupando cargos que no merecen por ineptos y desprolijos, no hay mucho más que agregar.

Del Camping Pucará hacia afuera, 38.000 votantes se muestran cansados, descreídos, hastiados y desinteresados de todo lo que esté enmarcado en la eterna campaña electoral que «Gustavo» no deja de hacer ni durante 24 horas hace 9 años, o quizás menos… ya que al comienzo de su gestión no tenía ni la mitad del equipo de prensa y comunicación que tiene en la actualidad, tanto adentro como afuera de la municipalidad.

Cada desatención en el hospital, cada sufrimiento familiar ante el riesgo de vida de un hijo, un padre, un amigo, cada historia clínica modificada para ocultar horrores que terminaron hasta con la vida de muchos vecinos o la pusieron en riesgo.

Cada amparo, cada medida judicial que los geselinos debieron interponer en la justicia al ver avasallados sus derechos, ser maltratados y burlados por el intendente y sus funcionarios que solo buscan cerrar negocios y sacar réditos.

Cada pedido desestimado, cada profesional bastardeado en sus incursiones dentro de las áreas municipales, por la falta de respeto y el manoseo de personas que ocupan cargos jerárquicos solo por merecimiento político.

Cada intervención, cada nota, cada presentación de los contribuyentes y ciudadanos, cada objeción no respondida, no escuchada, no valorada, cada sueño trunco, cada requerimiento cajoneado, cada pelea fogoneada y encarada desde lo personal, cada capricho cumplido, todo eso multiplicado por 3.285 días es lo que hoy puede leerse de una manera simple y sin encuestas de por medio. Refleja una realidad y es que a Barrera se le terminó el tiempo.

Hasta la Banca del Pueblo se le mezquina a los vecinos en el Concejo Deliberante, esos pocos vecinos que saben de su existencia y la quieren usar con justa razón.

Se acabó, ni la promesa del hospital «interzonal», «subzonal». «regional». «galáctico». «satelital» puede con la incredulidad de la gente. Fue mucho el descaro y mucha la mentira. Es mucha la propaganda política y el ninguneo que miles de vecinos y vecinas han padecido estos últimos años.

Ya pocos se refieren al intendente con apodos como «Pan Triste» o «Gusnavo», están quienes no lo pueden ni quieren nombrarlo o quienes rezan un rosario de puteadas largo como su mandato.

C´est fini, è finita, it’s over… Se acabó. Ni Carlos Bianco, Ni Axel Kicillof, ni Cristina Kirchner pueden imponer cuatro años más de Barrera o algún crío de su «famiglia» en Villa Gesell, solo porque hay cuestiones pendientes o llega la época de más cosecha para el kirchnerismo bonaerense en nuestro territorio.

Quien sabe… quizás la dignidad, que no está fácil de encontrar por estos lares, se contagia al ritmo del covid y en agosto los geselinos y las geselinas le ofrezcan el retiro a Gustavo y sus socios que ya empezaron a desembarcar en suelo geselino.